lunes, noviembre 05, 2012

Sentido inverso


Ciertamente los días pasan enrarecidos teniendo la inconclusión de las horas bajo un respiro gélido. No es simple, también ciertamente, encontrar que el camino es tan lejano y solitario, y acostumbrarse a ello, a ese andar en el que se disimula la tristeza y el abandono, complica más las cosas. Los segundos sin esperanza que gobiernan de vez en vez la diligencia de la vida y, con ello, la de la muerte son alfileres clavados en la profundidad del alma y en la suavidad del espíritu noble. El tema fúnebre parece llevar consigo la infalible carga de dolor; un dolor recubierto por el “debe ser” y no por el sentir, con toda la frustración e inconformidad que da la pérdida y el luto, y su grande poder, al que tantas veces sucumbe el ente de frente al espejo de la honestidad, de frente a sus propios fantasmas e infiernos a los que no sabe enfrentar, al que solo en ciertos casos acierta a escapar inútilmente de él.

Del resto del tiempo, cuando los sueños se manifiestan en estados casi imperdibles, llegan las visitas del plano extraterrenal para darte la palabra que no esperas escuchar y no tratar de entender que es quizá la vida un sueño violento e intenso del que solo se despierta muriendo.

lunes, octubre 29, 2012

Nostalgia

Nostalgia inmensa que me abrazas; ingrata y cruel nostalgia.
Presionas tan fuerte contra mi, contra mi pecho lastimado;
contra la pared y la cama, contra el suelo frío y áspero.

Haces llorar, lloras conmigo.
Fuerte alarido de dolor que desgarra mis ánimos.
Acentúas las neuralgias y los sueños perdidos.

¡Ay de ti, nostalgia, tan amorosa e indeseada!
De tu llanto viene consuelo...
de tu dolor descanso.

Con amor me abrazas...
Con dificultad te acepto...

Y acepto, sí, que vengas de vez en vez,
sigilosa e imborrable, acercándote con desdén.
Miras disimulada cómo me dejas en estado catártico...
Otra vez...

miércoles, septiembre 12, 2012

Sabotaje


Y aún no he logrado evitar sabotearme... Muchas palabras he escrito al respecto y he querido verme con los ojos de los que me han dicho algo amable. Me cuesta trabajo, pensar que algo hay para mí, evitar ponerme al final de la fila, de asumir la modestia que me indicaron que me correspondía, no preguntar, no exponer lo que conozco ni las habilidades que pude desarrollar. Constantemente me deprime y busco un abrigo inútil en la cotidianeidad, en lo común, en lo simple. Tal vez por ello estoy acostumbrado también en la soledad, aunque no es siempre lo que más me agrade. Hoy mismo lloré por sentirme derrumbado y ajeno a todo, por saberme vulnerable al punto de que cualquier persona podría lastimarme. Lloré bajo el agua de la regadera para que las lágrimas se fueran por el drenaje, para que nadie me viera hacerlo, y así desnudo de cuerpo y alma sentí mi dolor por el duelo de perderme en un camino sin sentido y por permitirme perder ciertas esperanzas de mi mente que a ratos aún desea soñar

martes, agosto 28, 2012

Similitud


Fue como si el espejo tuviera vida al otro lado, como una puerta que hacía palpable el tiempo anterior, el tiempo lejano, aquel pasado perdido. Tu lenguaje, aunque ajeno a mis oídos, fue el que no se disimula, el que no puede evitarse. El lenguaje corporal era el mismo, los ojos veían con la misma mirada inocente y, hasta cuando llegó lo que pediste, levantaste el dedo como pidiendo la palabra. El curioso deja vú que me inquietó, y hasta me esperanzó, por creerte otra vez viva, tan cercana que podría haberte tocado para confirmar que eras real, que tus manos eran las mismas, que tu tacto era el que inusualmente dejaban tus caricias. Tus ojos, tras los acostumbrados lentes de pasta, parecían también aquellos que miraban y desdeñaban mis emociones, que dibujaban de tu alma los más hermosos sentimientos y que cultivaron un amor inconmensurable hasta tu último viaje.

Pero no fue así, los muertos no regresan a ocupar la vida que dejaron, la apariencia física, por no decir toda la gesticulación, el lenguaje corporal y hasta la forma de vestir, aunque con una similitud tan cercana a ti, no era la tuya. Fue la coincidencia de una persona físicamente muy parecida a ti que en los minutos en que estuvo sentada frente a mi mesa dio aliento a mi cansada alma, jugándome aquellas bromas del destino.

Hubiera podido hablar, decirle a esa persona tan desconocida y tan familiar la semejanza contigo, de contarle la historia que tristemente arrebató de tajo lo que en vida me entregaste y me detuve sólo porque su acompañante, consternado en el momento, discutía con ella, y con la sensibilidad que conlleva el instante, me parecería inoportuno intromisionar. Al final sólo dejo esta breve descripción de la inverosimilitud de un hecho en el que inevitablemente y por su naturaleza, mis emociones salieron a flor de piel.

viernes, agosto 24, 2012

Inflexión


Si supiera lo que sucede sería sencillo dejar de suponer. A veces creo que no es suficiente lo que piense y entonces las palabras dejan de refugiarse en el silencio aunque, en cierto sentido, escribir no es propiamente hablar o hacerse escuchar, al menos hasta que lea lo escrito en voz alta. ¿Quién puede ser altavoz de mis letras? Es acaso un capricho reiterativo el mantener esa charla absurda, sin interlocutor, sin semántica, sin razón. Casi no encuentro motivos para seguir haciéndolo y más de las veces es un impulso asincrónico el oficio de las letras, sin la composición grandilocuente y ávida de explorar más y más el recuerdo difuso de los sueños que escaparon al preámbulo del alba. Ser un hombre desganado va más con mi estado común, con la antología del fracaso, con las horas de sueño interrumpido y el vilo de la mirada fija en el techo. No encuentro las historias largas, las largas caminatas imaginativas en la mente, dibujando entusiastas vidas y muertes, ensuciándome en aquel acostumbrado intromisionar de personajes que no existen, que no hablan ni sienten lo que no puedo crear de ellos.

Soberbia labor. El escritor se siente todopoderoso por creerse amo y señor de sus historias, por hacer aparecer y desvanecer personajes a los que ni siquiera ha pedido permiso para aparecer en su disparatada mente tergiversada. Y aún con lo tentador que puede ser tal cúmulo de poder la imposibilidad creativa suele mantenerse inmóvil, impasible, indeterminada.

miércoles, agosto 22, 2012

De los días


En fin, que las personas sorprenden ciertamente con los comentarios que disponen sobre la mesa. Ya quizá no sea el mismo ser paciente que atentamente escuchaba a ciertas personas buscando el instante de lucidez que considero inherente en cada ser humano. Cierto, mi paciencia se acaba conforme anda la inevitable sucesión de hechos reales, tan ajena pero intrínsecamente reiterativa. Me recuerdan la finitud de mi ser, la indeterminación del camino y la impenetrabilidad de mi alma. Cuando busqué un instante de paz encontré la quietud más absoluta mientras el mundo seguía moviéndose y creí que mis manos no daban más de sí, que lo construido se destruye y no renace, como el fénix desafiante que viaja de ultratumba para burlarse una y otra vez de la casi implacable muerte, y el ánimo aniquilado resquebrajando mi alma era la mejor forma de pretextar la indiferencia. Sin sentido, sin mirar más, así pasan los días, en donde algunas personas solo confirman la regla. El regreso no es siempre en el mismo sentido, la emoción no vuelve de la misma forma primigenia y las palabras no siempre encuentran al depositario correcto. El silencio pudo ser el actuar más conveniente para mantener las aguas en paz, para el escampe de la tormenta, para el sosiego luego del terremoto, pero también la condena de no haber intentado decir lo que ya resultaba impostergable.

Añoro esas charlas y por ahora solo tengo de interlocutor el teclado de una computadora y un desierto blog para hablar de la mínima carga emocional que aún mantengo contenida.

martes, julio 03, 2012

Atrofia


En cualquier momento pudo haber escrito la historia de su vida, con toda la frustración que con ello conlleva, con la inverosimilitud de las vivencias que no describiría, siempre con el característico afán sarcástico que acompañó su reincidente sufrir, saliendo entonces con el maquillaje sutil que las letras le confieren a cada párrafo, a cada letra que el escritor con toda la conciencia maquiavélica le confiere. Pero era un hombre cobarde, que no sabría cómo empezar, cómo narrar su inevitable destino, el que maldecía constantemente usando al mundo como depositario, sin saber, siquiera, si lo que diría a cada palabra era la materia constante que movería a las mentes a regresar al camino de la real humanidad, del ser humano como hombre pensante, como el sabio que había recibido inherentemente su nombre de su propia herencia taxonómica. Se reconocía un libre pensador pero también un idealista, a quien probablemente nadie quería escuchar o leer. Esa era su principal razón, y por ella callaba más de las veces, lloraba más de las veces y se lamentaba más de las veces.

Un día esperó hasta el medio día para abrir los ojos, le resultaban insultante su propia existencia y sabía que la muerte le merodeaba incisivamente, que las horas de insomnio no eran más que los restos de su intranquilidad consciente, del impulso reprimido y la contenida compasión que sentía por sí mismo. Le parecía inútil mirar su entorno, a veces socialmente pesimista y otras entusiastas, su propio tiempo, las horas que hubiera afuera, la vida que habría para él. Incluso el hambre podría esperar más tiempo, un par de horas, un día entero, a cambio de mantenerse en la cama, con la mirada ausente a lo que se pueda encontrar ahí afuera. Con todo el desgano no pudo más que incorporarse de la cama para iniciar un ritual matutino ya entrada la tarde; se dio cuenta entonces que su mano izquierda no respondía con la acostumbrada agilidad, no reaccionaba a los pequeños pero precisos impulsos eléctricos que mandaba su cerebro, parecía torpe y nula, parecía que el esfuerzo era inútil, como inútil fue los días y años siguientes. Su mano era un órgano más, pendido de su brazo, un órgano atrofiado del que solo había carne, músculos y huesos desperdiciados, pero no era como un miembro gangrenado, donde la sangre ya no fluye y no hay más remedio que apartarlo del cuerpo. Esta mano aún existía, se veía, se palpaba; era una mano sana. Los doctores lo confirmaron, aunque no explicaban cuál era el motivo de tales síntomas. Era como si su mano izquierda un día no quisiera despertar y, simplemente, nunca despertó.

Los estudios posteriores no arrojaron ningún dato que diera indicios del mal de la mano. Los músculos y huesos no tenían atrofia. El cerebro mandaba las órdenes precisas para activar el movimiento pero no había movimiento ni sensibilidad. Fue sometido a tantos exámenes clínicos y terapias físicas y mentales que al final dejaron su ánimo desgastado y su voluntad en el hartazgo más profundo. Sabía que su mal no era común, que algunas personas sufrían de paraplejias o tetraplejias, pero su brazo seguía tan ágil como siempre, igual que el resto de su cuerpo. La tristeza también se manifestó, le había llevado a una depresión constante que incluso le provocó un intento de suicidio, intentando cortarse las venas, irónicamente y por la propia lógica, de su mano izquierda. Todo quedó en un intento gracias a la vecina que, después del accidente de la mano, se ofreció a cocinar y llevar la comida todos los días a su casa, a cambio de una cantidad que él pagaría. Para él, pudo ser inoportuna esa visita, de la que incluso había calculado el tiempo para que no tuviera interrupciones. Todos los días llegaba el desayuno a las nueve de la mañana y la siguiente visita sería hasta las dos de la tarde, tiempo suficiente para desangrarse completamente sin que nadie pudiera evitar la fatalidad, pero por una confusión en el menú a cocinar ese día, si era pollo o carne, la vecina que con confianza había obtenido copia de la llave regresó al apartamento minutos después para preguntarle al vecino qué prefería comer, encontrándose con la horrible escena de una bañera teñida de rojo.

Después de unos días en el hospital y una pasarela de médicos, psicólogos y psiquiatras que acudían a visitarlo, por fin lo dieron de alta, para verse nuevamente en aquel apartamento donde todo había comenzado. Por una extraña razón se sentía cansado y buscaba el reconfortante sueño de su cama. Por costumbre despertaba de mañana aún, aunque no a las horas insostenibles anteriores al alba, pero no era lo común verse acostado hasta bien entrado el día, como en aquel que solo se incorporó ya por la tarde, cuando su mano perdió el sentido de su existencia. La primera noche luego de su regreso del hospital no le fue difícil conciliar el sueño, tal vez los efectos de los analgésicos aún hacían estragos, y durmió más allá del alba. No percibió el momento en el que su vecina llevó con puntualidad escrupulosa el desayuno, como todos los días, y ella al ver lo plácido de su sueño no intentó tampoco despertarlo con la brusquedad que despoja a cualquiera de su estado onírico. Se marchó después de asegurarse que estaba bien y su descanso era normal. Él despertó pasadas las doce del medio día, con un descanso profundo que le dejó su prolongada noche. Al pasar frente a la mesa vio el desayuno frío y escrito en un cuaderno un recado que decía “Lo encontré dormido y no quise despertarlo pero le dejo su desayuno. Buen provecho”. Se sentó entonces en la silla mirando su atrofiada mano izquierda y el cuaderno donde recibió los buenos deseos de su atenta vecina. Entonces entendió que aún tenía otra mano, tan útil, ágil y funcional que le permitiría escribir por fin su primer libro.

miércoles, abril 25, 2012

Sin otro particular por el momento...


Cierta hegemonía está descrita en la imposibilidad por ser magnificente. Las palabras dicen tantas cosas de las personas pero lo no dicho hace más evidente los que realmente se refleja en el vacío personal. Algunas veces me entretengo en encontrar la impúdica personalidad de algunos individuos llevándome la sorpresa de que es más fácil de lo que pude imaginar. Entonces desaparece el reto y con ello el interés. Después de todo es una pérdida de tiempo cuando lo mostrado es tan absurdo, aburrido y común, pero esta es la constante lamentable en ciertos círculos sociales.

Dando vueltas en círculos, como perro escudriñando su humilde aposento, discierno de la volubilidad caprichosa del ser humano. Cierto es que yo participé tantas veces en el juego terrible de lo insoportable de ser el engrane social al que me he adecuado y aceitado perfectamente. Por eso siento lástima constante cuando observo la farsa a la que voluntariamente nos sometemos, pero siento una profunda lástima mayor por mí cuando recuerdo ese estado. Divergiendo así de lo común quiero elegir un sentido opuesto a lo que regresivamente puede llegar en recuerdos, pero esos sueños, que ya no son tan oníricos, ciertamente se posicionan en mi psique apuntalando el cada vez más evidente disgusto e inconformidad.  

jueves, abril 12, 2012

Distensión


Pudieron haber sido muchas las cosas pendientes escritas entre líneas y siempre termino por decir inesperadamente lo que no dije en su momento. Un estado anestésico por el dolor puede adormilar la conciencia y sus formas pueden tomar tantos estados repulsivos pero al final son inequívocos rastros de la esencia deformada. Las manos que no han tocado la piel se vuelven rocas duras, petrificadas, distintas de todo recuerdo, que hasta el suelo de hormigón parece más terso y suave que las yemas desmemoriadas del tacto ajeno. Hoy las ansias pueden respirar tranquilas. Hoy los cuervos pueden soñar las historias de opio y vivir otras épocas porque el cadáver se mantiene intacto ante la calma impenetrable de conocer por fin la paz completa. Buscar el sendero irrepetible, por donde los pies no dejaron rastro ni marca de retorno, donde no hay recodo ni encrucijada, ni decisión que tomar para seguir andando; sólo hay un largo y recto andar para llegar a ningún lado. Los ojos no reflejan el alma, no proyectan siquiera un simple rasgo de virtud aunque tampoco es el funesto impulso. Es mas como la mirada de una estatua, de un objeto inerte que perdió su gracia al yugo del cincel de su autor. No puede aspirar siquiera a la imagen de una pintura porque, hasta en ellas, los ojos parecen tener un poco mas de vida.

Describirme ausente provoca un estado catártico, casi sublime, pero solo funciona con la complejidad de las letras, pero es imposible pensar que muchas de las veces quedaron tantas cosas por leerse entre líneas y la complicidad que a ratos encontraba se difumina en ausencia constante. Cierto es que ahí está la posibilidad pero ciertamente es la cobardía la que me ha llevado inoportunamente a este estado donde ni siquiera me atrevo a ver cómo retomar la inercia inicial. Tanta fricción puede terminar por lastimar más de lo que puede ayudar, de resistirme absurdamente a cambar el sentido, pero es parte del autoengaño de sentirme un tanto protegido e invulnerable para, disimuladamente, continuar caminando a medias. Es imposible dejar de recordar el fuerte lazo que aún se mantiene pendiente en mi alma y tan falso que ya no recuerde la vida distante, cuando la balanza se cargó hacia el lado oscuro que no esperaba. Dije lo que sentí en el momento oportuno, pero sobretodo mostré lo que mis palabras querían transmitir. Podría estar tranquilo, pero siempre quedará una sutil insatisfacción que no me deje respirar oxígeno puro durante algún tiempo...

martes, abril 10, 2012

Colofón

Cierta incertidumbre de tus ojos.
Lejanos ojos que desaparecen,
se aparean en otras miradas,
miradas ajenas, lejanas, inertes...

El resto es solo indiferencia,
diferente y lejana ausencia,
repetitiva, redundante, constante...
intempestiva ausencia...

La introspección

¿Te puede recordar alguien que aún no te conoce? Lo implícito de la pregunta es la retórica del discurso onírico. Cual si fuera este lugar un espacio fantasioso suceden cosas inherentes a seres mágicos de los que no podría explicar o entender su origen. Una simple resonancia implica la respuesta de mis recuerdos inequívocos de la realidad vivida pero sin ninguna reacción se desperdicia el ímpetu gestado en un inicio. Los disturbios reiterativos distraen a ratos la tensa quietud que desaparece las ansias más primigenias de la estridente convivencia y, sin ninguna razón más que la de saberse aún vivo, volteo divergente la mirada a ratos perdiendo el enfoque de la directriz.

Intento recordarte, aunque aún no te conozco. Tal vez te he visto un par de veces en un sueño que nunca dormí y que tal vez nunca sueñe, cuando la libido de las líneas escritas busca enardecida e impulsivamente contar tus palabras y tus historias compartidas conmigo. Aún no lees los párrafos y las horas permanecen tácitas a que recorras con los ojos llanos la complicidad del pequeño relato aquí narrado. Es quizá una ilusión repetitiva o un deseo magnífico entre tanta confusión, aún cuando no sabría a bien cuál sería la reacción per se, aún cuando las miradas no sabrían hacia dónde mirar o los labios no sabrían si sonreír o responder a la sonrisa. En el impulso extremo, la violencia quizá se desataría con compleja seriedad y propiedad; educada violencia al fin. Será un insulto destructivo mirar la piel ávida pero confortable, con su suavidad afable, con su concupiscencia inocente y su sensación casi pura. Sería como retar al destino queriendo gobernar el tiempo, girando en contra el segundero, respondiendo antes de la pregunta, indagando lo que no se puede explicar. Tan simple pudo haber sido todo, tan instantáneo y reminiscente mantener intacto tu lugar, pero lo cierto es que nunca sería fácil.

Creo confusamente que lo contado no tiene mayor importancia. Y digo confusamente porque difícilmente puedo ver más allá del dolor, aún con la elogiada y perspicaz intuición que algunos me adjudican. Lo realmente trascendente queda a veces bajo el velo de la racionalidad, como un oculto universo ajeno a mi recuerdo, ajeno a toda la sensación contenida por la herida del dolor. Tanto trascender en las almas puede dejarte solo y las manos que encontraba otrora, hoy son solo la remembranza táctil. Anhelo entonces que existiera aquella magia de la que une a las almas en un instante recíproco, cuando no importa el tiempo y espacio sino solo coincidir con el otro. Esa magia parece desaparecer, o quizá ya la harté tanto con mis conmiseraciones que ha terminado por alejarse. Por aquellos días en que la vida recompensaba mis horas de insomnio, mis recovecos mentales, mis pesares impúdicos, mis angustias irracionales, se dibujaba tan fácilmente mi sonrisa que recibía el reflejo ya no del espejo, sino de aquella persona ideal que acompañó mis pasos y ahora, con desdicha casi funesta, apenas logro reconocer mi rostro en el reflejo opaco del espejo.

Buscar en alguien más no es decir adiós, es un simple dimitir a la acción indefectible de la vida. Neuralgias constantes que no me alertan más. Es solo confirmar lo que ya sé. Querer dejar a un lado el camino incierto que reproduce con mínima discreción el recuerdo impenetrable de una vida que ya no existe, que ha dejado un rastro casi inconsciente en la amenidad de un momento tan real que imposible será dejar de pensar en ello. Sin mucho empeño por sentir me dispongo con ajena voluntad a mantenerme intacto e inmóvil.

jueves, abril 05, 2012

Anualmente

Es curioso que este día, cada año, aparezcas etérea y onírica porque difícilmente recuerdo lo que sueño.

martes, abril 03, 2012

No title

Probablemente la mejor intención de las personas puede discriminarse en lo que dicen y lo que realmente quisieron decir. Entiendo cuando hablan sobre algo que presumen conocer y comprender pero la mayor parte del tiempo no percibo sus intenciones reales. Es lamentable esto, especialmente lamentable para mí porque es cuando recuerdo que la simplicidad de la vida es la que abre constantemente aquellas puertas hacia caminos intrínsecos que son maravillosos de compartir cuando alguien más que coincide con la misma visión.

Visto así, todo parece indistinto, común e indiferente. Los ojos se cansan por las lágrimas derramadas, por los insípidos encuentros, por las desgastadas frases, por la interminable búsqueda. Las ganas de caminar son casi inerciales y el mundo pierde el color de las horas amables para terminar en la cotidianidad recurrente. Seguramente en algún momento agradeceré ese constante, aunque sin sentido, paso. Incluso, creo que en cierto momento dará más de sí para crear algo que trascienda más allá de lo que pudiera haber imaginado en cualquier tiempo, pero por ahora es un símil sombrío de la realidad que en algún momento creí cierta.

¿Cuánto tiempo y por cuántas horas más resistir al abrupto experimento emocional? Ser parte de ello alimenta simplemente mis ansias del análisis profundo para develar a dónde lleva todo esto, pero con cada imperfección encontrada se descubre también la imposibilidad e inutilidad de buscar la razón de sentir. ¿Entonces para qué tanto esfuerzo? ¿para qué moverme en la reducida zona de confort que he creado en torno a inexplicables sensaciones? ¿No sería más fácil dejar que las cosas sucedan, así, simplemente conmigo mirando hacia ningún lugar a futuro? Quisiera responder a las preguntas pero el ánimo es a veces tan devastado siquiera para mirar hacia arriba, a los ojos que buscan los míos sin otra intención de la de buscar la cómplice mirada. Por ahora no tengo que responder, ni siquiera a mí, porque las horas de resignación a veces alcanzan mí ánimo y no puedo más que escapar un poco hacia este desierto blog.

lunes, abril 02, 2012

No ways

Hace cuatro meses partiste hacia lugares a los que aún no puedo seguirte. Parece una eternidad y una eternidad la que siento que estaré incompleto. Te extraño... Necesito tanto tu abrazo confortante y solo desgasto mis palabras buscando un desahogo absurdo que no termina por recuperar un poco de todo lo que había en mí... Son cuatro meses, solamente... cuatro meses de ausencia: la tuya que será permanente y la mía por no tener un rumbo hacia donde encaminar mis, ahora solitarios, pasos...

martes, marzo 27, 2012

Situaciones

Cuando uno piensa en que la indiferencia es la justificación social de moda para omitir todas las responsabilidades como ser humano, entonces aparece alguien que confirma la regla y la intensifica. Tal vez he perdido la confianza en el ser humano... o tal vez no. Probablemente es que confío en que es más cómodo para muchos solo dejar rastros de su racionalidad y que prefieren disimular estupidez inocente. Es solo una percepción personal, pero a veces pareciera que se reafirma constantemente en los distintos entornos. También es cierto que extraño esas charlas interesantes y profundas que terminaron arrebatadas abruptamente por las leyes de la vida, o ahogadas en el dejo social del “tener que hacer” que otros circundaban mi existencia en su momento. Cada quien decide hacia dónde encamina sus pasos pero a veces es inevitable extrañar el incentivo y raciocinio de algunas personas que, así como yo, eligieron su camino.

El ruido del ambiente es tan trasgresor que es imposible distraer mi atención pero se dispersa casi instantáneamente con la misma agilidad de la del humo del cigarro. No puedo más que pensar en la podredumbre social que muestra la frustración del momento actual y que tan triste distrae y tensa la ya de por sí agresiva situación. Es una escena cotidiana en un café donde alguien gritaba a su teléfono celular depositando el miedo al interlocutor al otro lado de la línea. Una escena común y lamentable que se convierte en la normalidad, donde nadie se sorprende y nadie se altera ya. Y algún intento de evitarlo parece inútil esfuerzo.

Así el mundo funciona, sin amabilidad, sin agradecimiento...

miércoles, marzo 07, 2012

Del amor

¿...y si un día el amor muere de amor?
Triste deceso,
impreso un réquiem en partida hoja parda;
triste, sí...
triste y nocturno alumbramiento con ligereza inversa y adversa.
Tristeza, sí...
inocua tristeza...
cuando el amor muere de amor.

Dispersa idea sentimentalmente opuesta a los opuestos,
puestas todas las miradas en pendientes ojos dispuestos.
Dispuestos, sí...
dispersos en un punto que pende al lado opuesto
de las hojas pendientes de los árboles puestos en disperso campo.

¿... y si el amor muere?
¿Muere disperso...?
¿Muere de amor...?
Mutilación onírica en divergentes caminos,
muertos todos...
caminos inertes en pretensiones oníricas,
muertos ellos...
Nocturna instantánea de alucinaciones bifurcadas.

Sentimientos yuxtapuestos...
sobrepuestos...
interpuestos...
Insensatez inocente e incidente peinando mi piel,
acorazada piel, inflexible sensación epidérmica.
De amor murió el amor...

viernes, marzo 02, 2012

Del hombre

Entre tanta imbecilidad el hombre es conforme y fiel a sus desgastadas costumbres. Es tan importante para sí mismo saberse el único indispensable sobre el mundo, porque muchas de las veces solo finge con un perfeccionado número teatral el amor infinito hacia los seres más cercanos que llama amigos y familia. Es triste observar su ímpetu egoísta que muestra solo la decadencia más deplorable frente a ciertos pertinentes y feroces observadores sociales. Para él, el hombre dispuesto a estos voraces menesteres, la calma y la reflexión son temas desconocidos y se sabe que busca constantemente la felicidad medida por cuánto posee o cuánto ha logrado sobresalir en la selva hostil que le ha cercado en su trabajo, su entorno y sus espacios más íntimos. Es un hombre desdichado; se nota en su mirada la pesadumbre del día, cuando ni siquiera ha llegado la hora de comer. Es la especie predominante, pues se ha demostrado que los nobles de espíritu y los altruistas quedarán relevados a poco o a nada con sus ideas absurdas sobre la felicidad y la armonía y todo eso de respetar al prójimo, con todo lo que esto conlleva. Es un hombre que no ha mirado hacia adentro, aunque si lo hiciera no encontraría nada.

Aún así, entre tanta disputa sin sentido, hay hombres que parecen no pertenecer a esta misma especie, que en sus pensamientos aún existe la idea clara de saberse parte de algo y no lo único que existe. Son personas discretas y distraídas que pasan desapercibidas la mayoría de las veces y que solo los más observadores logran identificar plenamente. Quienes los identifican son, generalmente, también parte de ese gremio al cual ni siquiera tienen conciencia plena de que pertenecen, porque ellos no desean pertenecer a ningún círculo. Estos hombres han logrado cambiar al mundo con sus ideas puestas en obra; han escrito, dibujado, construido, moldeado, compuesto y reestructurado su entorno, sin detenerse a mirar a la sociedad, familia o situación que les rodea, sin estar inmersos en la nata social que lleva las corrientes de sus propios tiempos. Han recorrido distancias que el hombre insensato no se ha imaginado o ha percibido en sueños. Son hombres de letras y hechos y, con ello, han conseguido la sabiduría que les ha regalado lo hermoso de la vida. Tal vez por eso deciden apartarse constantemente del insano entorno que intenta absorberlos pero nunca están completamente desprendidos de él, porque sería un gran desperdicio que toda su sapiencia quede acumulada en su enorme mente, lejos de sus congéneres a quién tanta falta les hace un poco de consciencia.

Dos tipos de hombres que la humanidad ha soñado a lo largo del tiempo...


miércoles, febrero 29, 2012

Póstumo

Quise tener todas las respuestas juntas... 
juntas todas cuando estabas junto a mí.

Quise darte el aliento ante el futuro incierto... 
ciertamente no lo tuve.

Quise pensar en la eternidad constante... 
el tiempo se encargó de desmentirme.

Quise abrazar intensamente tu vida para que no se fuera... 
distante quedó el momento en que partiste.

Quise sentir la tibieza de tu boca cada noche... 
hoy sólo hay petrificación labial nocturna.

Quise darte un mundo extraordinario... 
nunca es suficiente el efímero instante.

Quise estar tan inmerso en ti... 
tú lograste quedar perpetuamente en mi piel.

Quise evitar sufrir cuando ya no estuvieras... 
nunca fue posible...

...

martes, febrero 28, 2012

Inside

El mundo es un extraño lugar por estos días y tal vez sea tan cíclico que ahora sólo encuentre que un día despierte desnudo del alma junto a alguien que ni siquiera logre entender mis palabras... ¿El consuelo? Que regrese la calma...

sábado, febrero 25, 2012

Muerte social


El tiempo muchas de las veces abofetea fuertemente el ánimo aniquilando cualquier pulsión de vida. Y sí, solo queda la inmersa soledad abrazando inerte el alma, como un manto sin mangas que se enrosca, envuelve y sofoca el cuerpo. ¡Ay, tiempo cruel, que has mostrado en el espejo el reflejo ingrato y funesto de mi cuerpo decaído, de la mirada ausente y divergente entre tantos rostros indefinidos e inconclusos! ¡Maldita muerte que arrebatas y sesgas lo único maravilloso, puro y sublime de un mundo tan insensible e incorrecto, y dejas sobre mí la farsa evidente alrededor, aquella que tanto odié siempre por creerme depositario de sus engaños! Farsa, sí. Engaño impúdico que recorre cada entorno social, insultando a su paso, devastando la verdad y manteniendo paradigmas aberrantes, que con infame hipocresía anida y enraíza en la humanidad la máscara social, la de mostrar al hombre poderoso y acaudalado como principio de valor.

Muerte social, egoísmo intenso, y yo con las lágrimas en las manos tan falto de fe, tan irreparablemente decaído para siquiera regresar la mirada hacia los congéneres que aún no han sido alcanzados por la escabrosa hoz del consumismo desmedido. Aún sé que hay algunos cuantos que comparten la visión altruista, generosa y humanista para regresar el orden social a un estado pleno. A mí, la muerte real me susurró tan cerca que fue inevitable verla, sentirla, respirar su aliento y mirarme tan frágil y susceptible, tanto que ahora ha sido un largo tiempo de espera necesaria para atreverme a recorrer un paso más en este incierto camino. Al menos las letras han retomado la senda y tal vez en algún momento la historia se escriba distinta, cuando el egoísmo deje de matar a la sociedad.

viernes, febrero 17, 2012

Cenizas


El inicio olvidado, empolvado por grandes capas, por innecesarios recuerdos e innecesarias emociones. Recorrer esos caminos es una diligencia peligrosa donde anido y colapso en la más absurda instrospección. Inicio. El inicio impreciso en el instante disperso y abrupto en que rodean los demonios de un pasado tan inherente a mí, tan cercano que casi puedo respirarlo, tan implícito y recurrente que no puedo abandonar mi piel una vez más. Me siento incapaz ya de saberme cierto en este plano, de sentirme menos ausente en lo que trascendió y ahora parece lejano y ajeno. Desdibujar la sonrisa ha sido fácil y doloroso, tanto que mis manos caídas representan la imagen acertada del desesperanzado, del inoportuno, del irreal, del impropio. Las lágrimas terminan por secar la nostalgia pero la pesadumbre sigue tan presente como en aquellos días de diciembre en que la esperanza animaba un poco. Ahora es casi imposible que pase desapercibido el pasado maravilloso y la delineada línea que se lo llevó. El limbo es un lugar distinto, es donde el mínimo movimiento puede arrebatar cualquier emoción y llevarte al cielo o al infierno. Este estado se ha mantenido por estos días sin la menor intención de desaparecer pronto, de dispersarse como humo, de dejar de arder la brasa y dejarme solo las cenizas del resto de mi vida...