Pudieron
haber sido muchas las cosas pendientes escritas entre líneas y
siempre termino por decir inesperadamente lo que no dije en su
momento. Un estado anestésico por el dolor puede adormilar la
conciencia y sus formas pueden tomar tantos estados repulsivos pero
al final son inequívocos rastros de la esencia deformada. Las manos
que no han tocado la piel se vuelven rocas duras, petrificadas,
distintas de todo recuerdo, que hasta el suelo de hormigón parece
más terso y suave que las yemas desmemoriadas del tacto ajeno. Hoy
las ansias pueden respirar tranquilas. Hoy los cuervos pueden soñar
las historias de opio y vivir otras épocas porque el cadáver se
mantiene intacto ante la calma impenetrable de conocer por fin la paz
completa. Buscar el sendero irrepetible, por donde los pies no
dejaron rastro ni marca de retorno, donde no hay recodo ni
encrucijada, ni decisión que tomar para seguir andando; sólo hay un
largo y recto andar para llegar a ningún lado. Los ojos no reflejan
el alma, no proyectan siquiera un simple rasgo de virtud aunque
tampoco es el funesto impulso. Es mas como la mirada de una estatua,
de un objeto inerte que perdió su gracia al yugo del cincel de su
autor. No puede aspirar siquiera a la imagen de una pintura porque,
hasta en ellas, los ojos parecen tener un poco mas de vida.
Describirme
ausente provoca un estado catártico, casi sublime, pero solo
funciona con la complejidad de las letras, pero es imposible pensar
que muchas de las veces quedaron tantas cosas por leerse entre líneas
y la complicidad que a ratos encontraba se difumina en ausencia
constante. Cierto es que ahí está la posibilidad pero ciertamente
es la cobardía la que me ha llevado inoportunamente a este estado
donde ni siquiera me atrevo a ver cómo retomar la inercia inicial.
Tanta fricción puede terminar por lastimar más de lo que puede
ayudar, de resistirme absurdamente a cambar el sentido, pero es parte
del autoengaño de sentirme un tanto protegido e invulnerable para,
disimuladamente, continuar caminando a medias. Es imposible dejar de
recordar el fuerte lazo que aún se mantiene pendiente en mi alma y
tan falso que ya no recuerde la vida distante, cuando la balanza se
cargó hacia el lado oscuro que no esperaba. Dije lo que sentí en el
momento oportuno, pero sobretodo mostré lo que mis palabras querían
transmitir. Podría estar tranquilo, pero siempre quedará una sutil
insatisfacción que no me deje respirar oxígeno puro durante algún
tiempo...
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