Y aún no he logrado evitar
sabotearme... Muchas palabras he escrito al respecto y he querido
verme con los ojos de los que me han dicho algo amable. Me cuesta
trabajo, pensar que algo hay para mí, evitar ponerme al final de la
fila, de asumir la modestia que me indicaron que me correspondía, no
preguntar, no exponer lo que conozco ni las habilidades que pude
desarrollar. Constantemente me deprime y busco un abrigo inútil en
la cotidianeidad, en lo común, en lo simple. Tal vez por ello estoy
acostumbrado también en la soledad, aunque no es siempre lo que más
me agrade. Hoy mismo lloré por sentirme derrumbado y ajeno a todo,
por saberme vulnerable al punto de que cualquier persona podría
lastimarme. Lloré bajo el agua de la regadera para que las lágrimas
se fueran por el drenaje, para que nadie me viera hacerlo, y así
desnudo de cuerpo y alma sentí mi dolor por el duelo de perderme en
un camino sin sentido y por permitirme perder ciertas esperanzas de
mi mente que a ratos aún desea soñar
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