... los minutos noctámbulos, de abusos neuronales, de psicofugas en síncope, de instintos de supervivencia frente a una hoja en blanco, frente al reflejo roto, son siempre instantes precisos para que las 'letras en fuga' aparezcan sobre el papel. La fuga emocional de lucidez o locura; el espacio para quien quiera escapar con sus letras...
martes, octubre 20, 2009
El escritor
Cuando escribía entre líneas siempre terminaba por decir más de lo que creía. No era siquiera asertivo cuando planeaba ocultar ciertas ideas, pero, bueno, tampoco se consideraba un escritor muy diestro. Los minutos se alargaban de más, especialmente cuando lo escrito no daba pie a mucho más de la banalidad de los días. El veneno de su afilada pluma era tan dulce por esos días. Pareciera que la amargura había dejado por fin de hostigarlo, como cuando el tiempo se suspendía por una ración de ternura en su vida y, sin embargo, le parecía poco productiva su obra. Sentado frente al escritorio era casi imposible descifrar lo que había detrás de su rostro, lleno de arrugas y con bolsas en los ojos. Aparentaba ser un viejo gruñón, pero sus pensamientos más profundos podían emanar incluso un aire desfachatado, impropio para su edad. A él no le importaban ni las arrugas ni los años abandonados en el olvido. Incluso se creía afortunado por olvidar ciertas vicisitudes que le habían provocado en una época dudar del sentido de la vida. Ahora retomaba su historia, escrita en base a la experiencia de aquellas descabelladas historias. Sabía también que la muerte le sentaría bien, en ese momento preciso en que la vida le hablaba con sabiduría. De ello emanaba su ternura, dejando de temer a lo que percibía inevitable. Viejo, sí, pero sintiendo tan intenso el respirar. Sus ojos lentamente se cierran para no abrirse más, mientras el tintero derrama su voraz negrura sobre su última obra...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario