... los minutos noctámbulos, de abusos neuronales, de psicofugas en síncope, de instintos de supervivencia frente a una hoja en blanco, frente al reflejo roto, son siempre instantes precisos para que las 'letras en fuga' aparezcan sobre el papel. La fuga emocional de lucidez o locura; el espacio para quien quiera escapar con sus letras...
jueves, octubre 15, 2009
El espejo
Sí. Definitivamente la contemplación era su alienación. La figura de desnuda fémina sobre las sábanas le provocaba la insatisfacción de la nicotina no fumada. Sentado, en la rechinante silla de madera enciende su cigarrillo que entonces desdibujaba los restos del aire viciado de esa habitación con olor a sexo. Hilos humeantes formaban rostros deformes, contrastantes con la desnudez del fondo. Así como ella, él estaba desnudo y su piel le parecía nauseabunda con ese color amarela que la luz tenue le impregnaba, impropia para el momento íntimo de dermotropismo ajeno. La piel de ella era distinta; se difuminaba acertadamente entre la blancura de las sábanas. Casi podía hacerse un bosquejo del delineado cuerpo, respetando cada uno de sus límites y perdiendo la proporcionalidad de sus tres dimensiones. Era un dibujo en plano, hundido entre los océanos de la cama. Era el negativo del trazo pericial de un cadáver retirado del asfalto. Las comisuras de sus labios resaltaban de tal cuadro, aunque estos fueran pálidos y no existiera contraste de color en tal bosquejo. La distancia entre la cama y la silla no era de más de metro y medio: la suficiente para que la bala no errara, pero esta vez no era la intención manchar las sábanas con sangre. Quizá hoy no solamente había fornicado con esa mujer, aunque aún así le seguía pareciendo igualmente desconocida. Desde su lugar privilegiado, mira sus manos y la perfección de los dedos finos y delgados sin anillos. Se imagina tocando esa piel que extrañamente le parece tan suave, pero no sabe cuál es el siguiente paso. Sus manos tiemblan al sentir cierta compasión por ese pequeño cuerpo de cincuenta kilos que muestra tanta pasión como fragilidad. Apaga la colilla de su cigarro en el cenicero y se levanta de la silla. Mira de reojo el espejo y nota la tridimensionalidad del cuerpo en la cama en ese reflejante y plano objeto. Se recuesta a un lado de ella, con su cuerpo aún desnudo... y el alma aún más.
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1 comentario:
ah cabrón! digo, ah maestro! =)
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